martes, 30 de julio de 2013

La Musa.

La musa exige confianza en uno mismo. Ella me mira siempre, no pasa un solo segundo sin que sus ojos en mi se posen. Espera de mi grandes cosas. 
Los días se pasan hasta convertirse en semanas, ella sigue esperando y aunque pase el tiempo no me abandona. 
No sé como recompensarla, mi mente me pide algo que valga lo que ella; quizás un diamante escrito o un dulce sonar de palabras... algo de eso. 
Sigue el tiempo, y ella sigue esperando. Empiezo a pensar si debería escribir con sangre, quizás eso le gustaría. Ver lo que produce mi corazón y mi mente juntos como si fuera una dulce composición de melodía y letra de alguna canción tan desesperada como yo por satisfacerla a ella. 


¿Qué hacer, qué hacer? ¿Por qué fui bendecido y castigado de tal manera? Es lo que mi mente pregunta...
Entonces la musa se acerca y me dice en un breve susurro,


"No te preocupes por qué hacer para contentarme, tú idea de mí, me ha creado. Yo soy tu obra hecha carne, yo soy tus pensamientos hechos vida"




No hay comentarios:

Publicar un comentario